lunes, 26 de enero de 2009
Sor Juana Ines de la Cruz
SOR JUANA INES DE LA CRUZ
¡Chale!, pus aquí estoy de nuevo, me sacaron de mi taxi onde me echaba la mona de una crudita…fuiiii de pelossss y que el cuate este que se dice disque escritor, me pone a chambear el guey…Qué mala onda ¿no padrino? Ni modo pus les voy a chantar de una chava chida que le arrimaba a eso de la escribida y que era una fregona para la pluma. Se le llamaba Sor Juana Inés de la Cruz.
La chava se llamaba Juana de Asbaje, nació en 1651. Hija de una aventurilla de un buey que le doro la píldora a la jefa de la Sor Juana y después la abandono… Esta Juana se rebeló como una niña muy, muy chin… chin… pocluda. ¡Oralé! Aprendiendo a leer a la edad de tres años, ¡qué barbará! A pesar que en aquella época de la antigüedad no era habitual que las mujeres le entraran a la cultura, pus, se dedicaban al hogar como mi vieja ¡y cómo debe de ser! Ya en México, estudio latín (en sólo 20 lecciones). ¡Yaaa, yo tengo toda mi vida estudiando español y todavía no le agarro la ondiux, mas que ahora ya todo cambio, que la neta no le entiendo a ese desmadre de fonemas y anatemas…bueno que se yo!
En 1665 entró en la corte al servicio de una vieja poposona; la tal Virreina Doña Leonor Carreto, Marquesa de Mancera, y que deja a toda la bola de gueyes con los ojos cuadrados por lo que traía en la tatema; su inteligencia, memoria y discreción (porque no era chismosa como mi pinche vecina).
Instigada por su confesor, el Jesuita Antonio Núñez de Miranda en 1667 decidía entrarle de lleno al convento de San José de las Carmelitas Descalzas pero ojo no era por sus cayos, era porque así podía dedicarse de lleno a la estudiada de tanto libraco y solo siendo madrecita (¡en la madre!) tenía chance de estudiar. Más tarde abandono este convento por O-G-T-S… Digo, por la onda de la enfermedad. En 1690 mientras en la Nueva España abundaba el hambre, las rebeliones de los indios y las epidemias, edito su Carta Athenagórica (o critica del sermón del mandato). En esta obra teológica Sor Juana discute sobre las máximas finezas de Cristo, y parece impugnar al jesuita portugués Antonio Viera, por santurrón hipócrita y mocho como muchos políticos por acá. Sin embargo su confesor (un maricón) le recomienda una mayor santidad y taruges... y el guey de Santa Cruz le dirige su carta de Sor Filotea, nombre tras el cual se traviste el dignatario.(No les dije que era maricón) en la que conmina a Sor Juana a dejar sus escritos profanos y abrazar (como debe de ser) los temas religiosos.
Esta es una primera señal de una probable persecución que le obligo a abandonar las letras (yo la neta, le aviento el taxi)
Celebre es su respuesta a Sor Filotea de la Cruz (1691) contestación a la carta del Obispo, una brillante respuesta del Derecho de las Mujeres y eso ahora nos tiene fritos: ¡fíjense que a mí me obligan a diario a salir por el chivo! Se enfermo y murió un 17 de abril a consecuencia de una epidemia de peste, mientras cuidaba a sus hermanas de la orden.
Moraleja:
Las mujeres son bonitas y delicadas, ellas se deben dedicar al hombre y al hogar. También a leer las revistas de Cosmopolitan o TV notas todo eso...eso chicas... ¡es lo chidoooo ¡
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